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jueves, abril 20, 2006





_______________________________Considerable Retraso

Para cuando llegó a su habitación, el hombre, ya mayor, se sentó a pensar y trató de entender lo ocurrido en la mañana, mas un dolor de cabeza se lo impedía a ratos.
Sentado frente a su escritorio comenzó a repasar los hechos –un tanto particulares por cierto- que le tenían tan abrumado… “bien – se decía- de modo que llegué temprano a la fabrica, compré un periódico, me serví un poco de té, encendí un cigarrillo y vi la noticia de portada”, pero no encontraba nada de particular en ello, siguió analizando la situación, reparando en cada detalle. Parecía que cada vez que recordaba algo se le escapaba de la memoria con facilidad, tal cual el humo de aquel cigarrillo, le era difícil hacer una imagen acabada de la escena que no comprendía y, que además, casi no recordaba. Era, más que el “¿qué ocurrió?” un “¿por qué no lo recuerdo y por que me molesta tanto?”, de modo que se puso a pensar -con una mesura que paulatinamente desaparecía- lo ocurrido aquella mañana, llegando a actuar torpemente y de manera repetitiva, caminando en círculos y careciendo cada vez más de coordinación, procediendo en su manera de hablar y moverse de manera mecánica, casi haciendo una inconciente alusión a las maquinas de la fabrica donde trabajaba.
Pasado un rato y de manera casi automática abrió su maletín, sacó el periódico de entre sus muchos papeles y comprendió lo que obviamente le tenía en ese estado de total bruma mental… el periódico tenía sus páginas pegadas por un líquido color marrón algo viscoso, igual al de sus manos e igual al de sus ropas (de lo cual recién se percataba). Cuando logró por fin limpiarlo, sólo para ver su titulo, aparecía un encabezado en la pantalla de la hoja principal – la que cambiaba a ratos para desarrollar la noticia- que advertía que en los minutos posteriores a comprar aquellas paginas sería muerto por alguna razón que aun no se entendía y que la policía no podría llegar a tiempo al lugar del suceso para recoger su cuerpo sin vida, así que, se le rogaba por favor que, una vez muerto, se acercara a la oficina de víctimas más próxima para confirmar su muerte y dejar sus recuerdos almacenados con el fin de quien quisiera recordarlos pudiera arrendar su almacén de memorias. Y fue entonces cuando pudo recordar que quien le había asesinado le dejó caer de cabeza de una altura considerable como para perder por largo rato la lucidez, y en aquel momento se fue a su casa sin recordar el anuncio de la pantalla temporal de su periódico, así que, sin mas demora se puso de pie y se fue a la oficina de victimas mas próxima para que desconectaran su alma y almacenaran su memoria, disculpándose y explicando la causa de su considerable retraso.


Felipe Alegría
Fiesta Multicolor.
(Basado en un hecho real)

Ya instalado en el bus que me llevaría a casa, pasando Rinconada y Maipú, me voy preguntando cosas como si me daré o no aquel gusto barato (pero que nunca viene mal) como lo es el arroyado primavera o llegaré a tomar leche, ver tele o a tocar bajo cuando se sienta de súbito un preadolescente que era mas que rellenito… era gordo el cabro, ya está…
Su abuela (lo supe así por que así le llamaba) le dijo que se fuera a la parte trasera si lo quería, mas solo avanzo dos asientos para llegar al mío. Cuando se situó, me miró con cara de “no me gusta esta bus, ni ningún otro” y yo le respondí con una sonrisa que decía: “que tal, si, ya te vi.” y levantando las cejas como expresando un:”pero no se te ocurra hablarme”.
Seguí, luego de un rato, sumido en mis dubitaciones banales y, de pronto, con la solemnidad de una ceremonia étnica y casi entrando en trance como un Fakir, mi compañero comenzó a agitar su respiración y afirmándose de los brazos del asiento se paró lentamente hacia el baño de bus y el auxiliar, que por ahí pasaba revisando la comodidad de los pasajeros le informo que el baño estaba malo, mi compañero retornó ágilmente al puesto.
Tomando fuerzas llamo a su abuela, pero esa palabra, “abuela”, se prolongo hasta la puerta del bus, y si, literalmente hasta la puerta, ya que de su boca salio una fiesta multicolor con la fuerza del carnaval de Río, río multicolor, fiesta de la que no me hubiese gustado ser participe, fiesta que por sus colores decían claramente Ambrosoli o Bresler.
Y así llegué hasta Melipilla con un compañero apunado que recordaba al Gollum de Tolkien con un sonido gutural que mas que Gollum decía:” Uah! Uah!!

Felipe Alegría
ALCE LA MANO AL QUE LE GUSTA YA TU SABE... ALCE LA MANE AL QUE LE GUSTA JUMARE!

Sube y baja como el dolar...